La música y la terapia corporal

Autor: Manuel Muñoz – Terapeuta gestalt y corporal integrativo. Musicoterapeuta inner sound

Desde muy pequeño me ha gustado, y he estudiado, practicado y vivido de diferentes maneras la música, que también aplico en mis terapias individuales y de grupo.

Un día me encontré con una gran verdad. La gran mayoría de los teóricos de la musicoterapia señalan que cualquier actividad musical que usemos dentro de una sesión de terapia (escuchar música, tocar un instrumento, improvisar, cantar, bailar, etc.) por sí misma no es musicoterapia. Para que lo sea, una actividad musical debe formar parte de un proceso terapéutico, ser usada como una técnica dentro de ese proceso.

Es decir, que si la usamos —por ejemplo— dentro de un entorno terapéutico gestáltico, será para ayudar a generar una polaridad en el cliente, o estimular una emoción o un recuerdo, o para ayudar a integrar determinada vivencia…

En este sentido, en un contexto de trabajo psicocorporal (como la terapia corporal integrativa) la usaremos teniendo en cuenta diferentes parámetros básicos, tales como:

1.-quién será el grupo o persona a tratar en la sesión;

2.-qué objetivos queremos lograr en la misma; y

3.-cómo y cuándo utilizar determinada técnica.

Esto, que parece tan obvio, se convierte sin embargo en algo complejo a la hora de “afinar” en la incorporación terapéutica de la música. Por ejemplo, al dar un masaje, el sentido común dice adecuar la música a las zonas a trabajar. Pero no deberíamos cometer el error de dejarnos llevar por el que “la música que a mí me gusta ya le va bien al cliente”. Y ¿qué me/le pasa con la que no me gusta? Porque estaremos obviando el trabajo terapéutico con dos elementos importantes en psicoterapia como son la transferencia y la contratransferencia (Sí, en musicoterapia también existen.)

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Empecé a plantearme el uso de la música como herramienta terapéutica el día que, tras una sesión especialmente dura en lo emocional para un cliente, decidí usar una pieza musical para acabar… sin darme cuenta de que en realidad, en vez de integrar su vivencia, la paré. ¡Usaba la música para calmar mi propia angustia!

Durante estos años de desarrollo de un modelo propio con el sonido, la voz y la música adecuado al trabajo TCI, hemos venido construyendo un catálogo de ítems y situaciones que sirvan de guía en el diseño de ambientaciones musicales aplicadas a la psicoterapia y la clínica. Este decálogo se me antoja un buen punto de partida para todo aquel que quiera adentrarse en los secretos del oficio. A saber:

1.- Toda vibración afecta al cuerpo. El sonido y la voz no solo penetran a través de los oídos. Atención a las reacciones del cliente. Hay que ser cuidadosos…

2.- Hay muchas formas de trabajar con la música. Antes de ponerse hay que tener claro lo siguiente: ¿Es necesaria? ¿Para qué? ¿Cómo voy a trabajar con ella?

3.- Si decido que sí, tengo que definir:

  • – Qué quiero trabajar (tema de la sesión).
  • – A qué zonas corporales afectan los sonidos.
  • – Que tipo de música voy a elegir. ¿Qué fragmento o pieza?
  • – Qué efecto produce esa música en mí.
  • – Qué efectos quiero o espero conseguir. (Cada uno es un mundo)
  • – En qué momentos las voy a introducir.

4.- Para escoger música hay que conocer suficiente música. (Cuanta más, mejor.)

5.-La música puede tener elementos que “favorecen” o que “van a la contra” Escogemos la canción, el pasaje o el sonido según queramos que acompañen, resalten o inciten a traspasar el emergente.

6.-Además, la resonancia de la vibración sonora puede tener efectos beneficiosos o perjudiciales tanto a nivel micro como a nivel macro. También en nuestras células y en el campo electromagnético (bioeléctrico) que rodea nuestro cuerpo.

7.- Tener claros los criterios de TONO, RITMO, MELODÍA, ARMONÍA, VOLUMEN, TIMBRE y TIPO DE INSTRUMENTOS que aparecen en las canciones, fragmentos musicales, canto o sonidos que escojamos para trabajar. Todo esto afecta a zonas corporales diferentes de modo distinto. Atención a su ajuste para poder ser eficaces…

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8.- La INTENCIÓN y actitud como terapeuta son fundamentales; también están trabajando en la sesión. Atención a la transferencia y a la contratransferencia. El sonido es una onda portadora de conciencia. La fórmula Sonido + Intención = Posibilidad de sanación, es cierta.

9.-Psíquicamente, toda música refiere a la emoción, a recuerdos, sensaciones o sentimientos, y puede generar imágenes o evocaciones poderosas. ¡Y lo mejor es que el cliente puede interpretar con sus propias palabras todo el contenido que evoca a través de la escucha! En alguna ocasión, dependiendo de cómo se use, puede llevar a situaciones de trance o de alteración de conciencia.

10.- Una cita, para terminar, del malogrado Eduardo Galeano:

«El cuerpo es un pecado, dice la Iglesia. El cuerpo es una máquina, dice la medicina. El cuerpo es un negocio, dice la publicidad. El cuerpo dice: Yo soy una fiesta’».

Y en el trabajo terapéutico, al cuerpo lo ayudamos también poniéndole música… CON CONCIENCIA.

La música y el cuerpo

 

Autor: Manuel Muñoz – Terapeuta gestalt y corporal integrativo. Musicoterapeuta inner sound

Vivimos en una sonosfera donde recibimos sonido desde todos los ámbitos: desde dentro (sonidos corporales, voz, pensamientos percibidos como ruido interior…) y desde fuera. Incluso el silencio lo percibimos como su ausencia; son frecuencias no audibles de forma consciente.

El sonido se trasmite por todo el cuerpo y lo afecta. Haz tú mismo la prueba. Tapa tus oídos y canta una nota —la que surja más fácil— con la letra ‘m’. Verás cómo reverberan diferentes partes de tu cabeza. ¿Has probado alguna vez a situarte al lado de un altavoz en una discoteca o en un concierto de tu grupo favorito? Hazlo y observa en qué partes de tu cuerpo notas ciertas sensaciones y qué sientes respecto a ellas… Te propongo aún un último ejercicio. Coge una guitarra, apoya tus dientes superiores suavemente sobre la madera del clavijero (allí donde se tensan las cuerdas) y pulsa cualquiera de ellas… ¡Sorpresa! Notas el sonido en toda la cabeza.

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Ese fenómeno que estas percibiendo se llama vibración y puedes sentirlo por todo el cuerpo, ya que el sonido es una onda que se trasmite a través de los huesos y cavidades, afectando a los músculos que se insertan en ellos, y que se transporta al paso de todo el tejido conectivo y del agua intra e intercelular. Si tiene la capacidad de llegar a todos los rincones, es un buen elemento para trabajar con el cuerpo…

¿Cómo hacerlo? Si echamos un vistazo a las diferentes aproximaciones prácticas y escuelas, vemos que existen cuatro modalidades básicas de trabajo con el sonido:

1.- Los trabajos con instrumentos. Desde tiempo inmemorial se describen situaciones curativas con la música, donde el chamán o el encargado de trabajar con el cuerpo y el alma de las personas aparece con un instrumento musical (o la voz), induciendo al trance en ceremonias de sanación. Modernamente, las escuelas de musicoterapia, ayudadas por la investigación en neurociencias y psicología, realizan estudios que avalan el “poder terapéutico” de la música y trabajan en campos tan diversos como geriatría, salud mental, neurología, el dolor, paliativos o educación. La musicoterapia como disciplina paramédica está en expansión.

2.- Otros enfoques trabajan con las frecuencias vibratorias que producen cuencos de cuarzo y tibetanos, diapasones o monocordios, consolidando una vertiente del masaje terapéutico. Se usan para desbloquear, cambiando las frecuencias de determinadas zonas del cuerpo, chacras, órganos y capas áuricas, haciéndolas vibrar por resonancia. Un buen masaje sonoro moviliza tanto como uno fisiológico. Puedes comprobarlo en cualquier momento…

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3.- En el trabajo con la voz, el cuerpo entero se usa como instrumento. Autogenera el efecto dentro y fuera del cuerpo del que la usa o del posible cliente. Esta técnica implica a la respiración, toda su mecánica muscular, la dinámica vibratoria que moviliza  —dentro y fuera— y los efectos que produce en los ámbitos emocionales, relacionales, de autoestima, espirituales y energéticos. Hay una relación energética entre los sonidos vocálicos y los chacras, y algunas consonantes reverberan en determinadas zonas del cuerpo, produciendo eficaces micromovimientos musculares y efectos de desbloqueo en órganos, sistemas, segmentos o chacras. Existe toda una farmacopea silábica en los cantos devocionales de las distintas culturas

4.- El trabajo con canciones o fragmentos musicales escogidos se basa en la audición de secuencias de estímulos musicales de duración variable. Lo diseña un musicoterapeuta acorde con la situación singular de un paciente o grupo específico. Para usar la técnica, seleccionamos los fragmentos y su orden de presentación sobre la base de sus interacciones anteriores con los pacientes y los efectos que creemos pueden servir al experimento. Un ejemplo de esta forma es cómo algunos usan el denominado efecto Mozart (audición de fragmentos de dicho autor en las fases perinatales) para el trabajo con embarazadas y después con los bebés. Otro enfoque estimula imágenes y sensaciones a través de fragmentos o canciones. También podemos escoger piezas sonoras que fomentan efectos emocionales y cognitivos en determinadas fases del trabajo psicoterapéutico o para el desbloqueo corporal.

Uno de los retos más sugestivos a que nos enfrentamos es la posibilidad de integrar todas estas modalidades para el trabajo psicocorporal, ya que el efecto sonoro puede ser también aplicado a la fórmula del trabajo reichiano. En ese ciclo —cada vez hay más estudios que lo justifican— el trabajo con la música puede resultar muy eficaz, debido al doble comportamiento del sonido en el cuerpo: La onda (mecánica) se trasmite por el cuerpo en una doble vía, ya que se desdobla y se comporta también como un impulso que llega al cerebro y estimula el sistema nervioso vegetativo (carga eléctrica). Ambas señales son recibidas en la zona bloqueada, liberándola o equilibrándola (descarga) para llegar a la relajación. El sonido, la música, la voz así entendidos se pueden aplicar de forma simultánea al trabajo corporal ya que inciden en un efecto paralelo. Lo producido por la vibración sonora en el cuerpo tiene el mismo proceso y efecto estructural que el resultado de la descarga bioenergética, salvando las distancias de lo macro y lo micro, lo sutil y lo evidente…